Es ya de dominio popular que el juego de los celos es un mecanismo que denota el interés por el otro. Está más que incorporado en el lenguaje cotidiano y se tiende a restarle importancia a los hechos manifiestos que algún enamorado realiza para marcar su cancha ante una probable situación de amenaza.
Es así como las relaciones se desarrollan envueltas en un sinnúmero de aspectos que catapultan o enturbian sus posibilidades. Porque hasta cierto punto la demanda de atención puede resultar un gesto tierno e incluso coqueto, ese guiño cómplice que, por divertido, pueda remarcar el interés en el amado. Pero qué sucede cuando se pasa de la diversión, cuando sin darse cuenta, alguno de los integrantes del vínculo deja atrás la broma y el festejo y sin proponérselo, incluso sin saberlo, experimenta la angustia de la amenaza, el desasosiego frente a la posible pérdida de su amor. Si cuando ve sus horas de sueño interrumpidas, el malestar le quita el apetito y todas aquellas otrora fuentes de placer desaparecen para sólo poder pensar en eso oculto, pesaroso y agonizante que quita el aliento?
Historias de celos antológicos abundan. Desde la tragedia de Otelo a otras reales y frenéticas como el caso de la británica Debbi Wood, quien diagnosticada con Síndrome de Celos Delirantes, no descansa en mantener en control de todo aquello que pueda aproximarse a su amado, desde celulares, correos electrónicos a la peligrosa pantalla de TV, de la cual éste pudiera sentirse atraído por una modelo de comercial.
Pero si tu duda se relaciona sobre cuán adecuado es este juego, cuando se está traspasando esa casi invisible línea para convertirlo en algo peligroso y destructivo, revisa aquí lo siguiente:
Regularidad:
Poder medir la frecuencia en donde reconoces sentirte inseguro en tu relación. De cuantas veces rondan por tu cabeza figuras de amenaza, lo habitual de tu intranquilidad, de vivir en tensión. Si tu respuesta es alta, será momento de detenerte y ver el origen de tu incertidumbre. Si se ajusta a algo concreto, eso que debas conversar con tu pareja, o son sólo voces ocultas de tu imaginación?
Tono:
Si reconoces que te cuesta relajarte con el tema, que más allá de lo que quisieras, tu tono de voz se torna imperativo y de reclamo, será momento de hablar derechamente sobre tu malestar. Plantear abiertamente tus dudas y acordar en conjunto sobre las operaciones a emprender mutuamente, sin descartar la terapia, la ayuda de un tercero.
Limitante:
Si producto de tu inseguridad te restringes a llevar tu vida con libertad, si tu constante suspicacia te impide a llevar a cabo los planes que tanto te gustan, ya sea porque esos mismos se tornan en un espacio de conflicto, o porque temes con dar la espalda, no lo pienses más, toma acciones de manera urgente.
Las relaciones de pareja son un espacio relevante para cualquier persona, y las posibilidades de una traición inestabilizan al más inquebrantable. Pero también ofrecen la oportunidad para que cada individuo repare sobre la razón de ese amor, el que idealmente tenga un principio de alegría y de compartir, pero que a veces y malsanamente, opera desde la necesidad, desde la carencia. Y es ahí cuando es fundamental resignificar la relación de pareja, retomar el sentido del amor.
Es fundamental entender que aunque profesemos mucha pasión por otro, jamás ese sentimiento pueda eclipsar el buen deseo propio, la aspiración a una vida de respeto, dignidad y lealtad a toda prueba.
Créditos de Shutterstock: Image of happy married couple and jealous mother-in-law by Photographee.eu.
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