Chicas, escribir un artículo como este fue toda una aventura, un desafío de aquellos, peor que la tesis universitaria, peor que exposición oral con un profesor exigente. El motivo es claro: no soy hombre y por ende estoy lejos de entender su mente, forma de pensar, actuar, razonar, entre otros. Por lo mismo, tuve que recurrir a la entrevista informal, al focus group en un almuerzo de trabajo y sin más ni más, les lancé la pregunta del millón de dólares: ¿por qué se casan los hombres? Por sus expresiones faciales y corporales entendí que era mucha información en tan pocos segundos. Lo sé, debí haber tanteado el camino primero.
Lo cierto es que amablemente (por no decir que algo obligados), comenzaron a explayarse poco a poco, con verguenza al comienzo y luego con risas temerosas. Los motivos eran muchos y logré catalogarlos en 5, los que lejos de sorprenderme, hicieron mi día (carcajadas al por mayor).
1.- Por amor
El más romántico lanzó la respuesta sin anestesia: yo me casé por amor. En mi mente pensaba: que ternura, dedo para arriba, ¿dónde está la mujer de este príncipe azul?, que se levante de la silla y grite: “Ese es mi marido”. Continuó, “honestamente creo en el amor para toda la vida, soy un convencido de que el matrimonio (si es con la persona indicada, claro está), es increíble, la amo desde que la vi y no imagino la vida sin ella”. En este minuto, mi cabeza se había inclinado a un costado y yo seguía pensando en mi mente desorientada: aplausos para el galán. Los hombres si se enamoran y son románticos y si bien no soy fanáticos del “compromiso”, hay muchos que consideran que el matrimonio es una demostración del amor mutuo.
2.- Por hacer feliz a su mujer
A esta altura, ya todos estábamos anodados por el momento Disney que acabábamos de presenciar, cualquier respuesta posterior sería simplemente mediocre. Otro indicó: “yo nunca soñé casarme, pero me enamoré de una mujer para la cual era fundamental el matrimonio, no sólo por la fiesta, sino que por el vínculo”. Este hombre me pareció honesto. Claro está que no nacen añorando entrar de frac al altar, pero en la gran mayoría de las situaciones, adoran con todo su ser la vida en pareja, por lo que hacer cualquier cosa que a su amada la hiciese feliz, era parte natural del proceso. Ceder y empatizar con el otro, es un claro rasgo de que estás con la persona correcta.
3.- Por presión social
A esta altura estábamos en confianza, entre almuerzo y risas y de pronto escuché una explosión en mi corazón: por presión social, gritó uno desde la otra punta de la mesa. Pensé, ¿a qué hemos llegado como sociedad que evaluamos el éxito de una persona por cumplir con ciertos requisitos demasiado impuestos? Rápidamente dejé mi pobre análisis sociológico y le pregunté, ¿cómo dijiste eso? Se explayó, “en nuestro país, así como en muchos otros, uno debe ir a la universidad, ser exitoso laboralmente y formar una familia, no sin antes pasar por el matrimonio. Eso genera una presión abismante, que en muchas ocasiones hace que las parejas se sientan en la obligación del “deber ser” y no de lo que quieren ser. Por algo el mal dicho: se te va a ir el tren”. Toda la razón.
4.- Para tener un equipo de fútbol, hijo deportista o banda de rock
Todo se desvirtuó después de esto, uno dijo: por lo hijos y así tener mi propio equipo de baby fútbol o una banda de rock. No paré de reir, en el fondo lo decía de verdad (tengo dos hermanos y había escuchado ese tipo de comentarios). O soñar con tener un mini Roger Federer y viajar con el hijo prodigio de campeonato en campeonato, invirtiendo tiempo y dinero en el futuro número uno de la ATP. No quise romper su ilusión, el que lo comentó ya tiene dos hijos, quién sabe si suma más Zamoranos, Salas, Vidal o Sánchez a su familia.
5.- Garibaldi style
Pensé que nada podría superar el motivo anterior, pero llegó la gran respuesta del día, esa que te descoloca y que le agradeces al destino el poder haber presenciado un momento así. Se escuchó fuerte y claro: porque el hombre casado sabe más bueno, Garibaldi lo dijo. Las risas y golpes en la mesa no paraban y se incrementaban con los comentarios posteriores. Bromas para arriba, bromas para abajo y yo ya no estaba entendiendo el lenguaje extremadamente masculino al que había llegado mi natural y espectacular focus group.
En fin, no podemos generalizar, hay motivos de sobra, cada cual con su argumento, vivencia y experiencia. No hay recetas ni formatos establecidos, lo importante es comprender que la única forma de que el matrimonio funcione y cumpla con los rangos mínimos de felicidad, es siendo honestos respecto a los sueños y aspiraciones propias y así hacer calzar proyectos individuales por algo en común.
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