Mi nombre es Daniela, tengo 23 años y soy de Punta Arenas, Chile. En octubre del año 2015 y con tan solo 21 años me daban una de las noticias, tal vez, más inesperada que podía recibir, tenía un tumor en la rodilla derecha, llamado osteosarcoma y no venía solo, sino que acompañado con metástasis pulmonar, una noticia devastadora tal vez no tanto para mí, pero sí para mi círculo cercano, o sea mi familia y familiares.
Cuando te diagnostican con una enfermedad así generalmente las personas se asustan bastante porque escuchar la palabra cáncer te paraliza y generalmente ¡las personas lo asocian a la muerte! Pero en mi caso no es así, cuando me enteré de que esta enfermedad me aquejaba, le di otro sentido, me dije: “vamos Daniela esto no te ganará”. Lo vi como una nueva posibilidad que me estaba dando la vida, era una prueba donde me caía pero debía volver a pararme…. es difícil ver cómo cambia la vida de un día para otro, así, literalmente, como cambia tu aspecto físico, te quedas calva, pierdes mucho peso… En mi caso dejé de caminar y tuve que usar un tiempo silla de ruedas, tenía que depender de alguien para todo, vestirme, ducharme, ir al baño, etc.
Fue duro, muy duro, no lo puedo negar, pero mis ganas de querer salir adelante y vivir eran mucho más grandes. Sin duda que esta entereza que tengo para afrontar mi enfermedad no sería la misma si no estuviera rodeada de tanto amor, amor de Dios, de mi marido, mi familia, familiares y amigos. Porque el amor todo lo puede y sin duda que todo este amor que me rodea es una gran parte del motor que tengo para despertar todos los días con más ganas de seguir luchando y vivir.
Revive el gran día de esta pareja: ¡La inolvidable boda de Daniela y Mauricio! Entre tonos y caricaturas, amor y convicción.
A pesar de vivir por este proceso tan duro, debo admitir que me han sucedido cosas maravillosas, porque Dios se encarga de poner cada cosa en nuestro camino. Una de esas cosas maravillosas es mi marido en ese entonces era solo mi pololo, con gran amor y valentía él me dio la mano y me brindó todo su apoyo y jamás soltó mi mano, durante este proceso. La Navidad del 2015 me regaló unas bellas ilusiones donde él me dijo que era yo la mujer con la cual quería pasar el resto de su vida, como decirle que no a este gran hombre que a pesar de todo está al pie del cañón conmigo desde ese día, se encendió una lucecita en el corazón que me daban más ganas aún de salir adelante. Comenzamos a planificar nuestro matrimonio... Así el 12 de diciembre del 2016 a las 19:30 horas sonaban las campañas del santuario María Auxiliadora, había soñado tanto con ese día que mi sueño se había quedado muy pequeño con todo lo que viví aquel día. Yo con un vestido blanco precioso, el día antes había ido a la peluquería, no a peinarme como casi toda novia si no a rasurar mi cabeza, ya que amaba como me veía así peladita. Entrando de la mano de mi padre, veo en el altar a él, uno de mis grandes motores, el amor de mi vida, con unos ojos que transmitían un inmenso amor y una esperanza de que todo estaría bien. Fue un día inolvidable, jamás podré borrar de mi mente aquel día que para mí fue realmente como un cuento de hadas.
Hoy en día sigo aquí en mi casa con mi marido y mis hijos perrunos, seguimos luchando contra esta enfermedad, hay momentos donde la cosa no se ve del todo bien pero aquí estoy firme y con la misma fe y ganas de salir adelante que aquel primer día que me enteré de la noticia. Hoy vivo y agradezco, vivo el día a día y agradezco el simple hecho que la vida me permita y me regale abrir los ojos todos los días. ¡Qué viva la vida y el amor!
Les dejo dos de mis frases que me inspiran todos los días: “Serás feliz me dijo la vida, pero primero te haré fuerte” y “No esperes tenerlo todo para disfrutar de la vida, ya tienes la vida para disfrutar de todo”.
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