El arte es una ventana en la que se expresan los más profundos sentimientos. A través del tiempo hemos sido testigos de cómo diferentes artistas han querido plasmar sus ideas sobre el amor, de hecho, algunas son la fiel expresión de una pasión sin límites o tabúes, y otras transportan a las personas a épocas de romanticismo puro. Zankyou ha querido reunir a los máximos representantes de este sentimiento en el mundo de las artes plásticas. ¡No te pierdas este recorrido por la mayor expresión de amor de la cultura!
Apolo y Dafne, de Bernini
La obra fue realizada por el italiano Gian Lorenzo Bernini, y refleja un amor no correspondido. Se cree que fue pintada entre los años 1622 y 1625. Esta pieza de estilo barroco evoca a la historia de Apolo, que a causa de un encantamiento se enamora perdidamente de Dafne, una ninfa que recibió un hechizo de odio hacia él.
Durante una competencia, Apolo recibió una flecha de oro por parte de Eros, que causaba el enamoramiento inmediato. Para su desgracia, la otra lanza fue para Dafne, que automáticamente sintió rechazo hacia él. Así inició entonces la persecución enfermiza por parte de Apolo. En medio de su escape, Dafne pidió ayuda a su padre, Peneo, que decidió convertir a su hija en un laurel.
Cuando finalmente Apolo, loco de amor y entre lágrimas, encontró a su diva transformándose de humana a vegetal, dijo: “Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto. Y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las personas en señal de victoria“. Este relato explica por qué estas coronas son tomadas simbólicamente por los ganadores.
El beso, de Gustav Klimt
La misma historia fue representada por Gustav Klimt, entre 1907-1908, representante del Simbolismo o Modernismo. “El beso” refleja el momento en el que Apolo tiene finalmente entre sus brazos a Dafne, pero ella se está entregando a la tierra, luego del hechizo otorgado por su padre para convertirse en laurel.
Para muchos, estas obras significan romanticismo, pero la realidad es que la historia de Apolo y Dafne no tiene mucho de amor, sino la renuncia a la libertad por un amor no correspondido. Esta obra, que actualmente reposa en Viena, fue realizada en un lienzo dorado cubierto por laminillas en forma de mosaico.
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Los amantes, de René Magritte
Esta obra encierra mucho misterio, puesto que no está claro la intención del autor. René Magritte pintó “Los Amantes” en 1928, dieciséis años después de que su madre se suicidara tirándose al río Sambre. Aunque muchos no lo crean así, esta información es muy importante para entender el significado del cuadro.
Varias teorías han revelado que puede que no se trate de dos personas que se conocieron o que pudieron vivir enamorados a plenitud. Una hipótesis asegura que fueron dos personas que, sin conocerse, compartieron las mismas perspectivas sobre la vida y sintieron una pasión sin límites, aunque nunca llegaron a estar juntos.
Otra indica que fueron amantes que se debían esconder de la sociedad, sin embargo, de lo que no hay duda que pudo influir en esta pintura fue la muerte de la madre del autor, cuyo cuerpo sin vida -cubierto por una sábana- y cargado por la policía, permaneció en la mente del artista por años.
No está confirmado, pero puede que los trapos húmedos provengan de esta situación trágica en la vida del pintor, por lo que a través del beso, que significa un intercambio de sensaciones, se anule cualquier tipo de contacto con el que se ama.
Enamorados, de Pierre-August Renoir
Conocido por pintar los aspectos hermosos de la vida bajo las características del impresionismo, Renoir regaló al mundo en 1875 esta pintura protagonizada por la entonces actriz Henriette Henriot y el pintor Franc-Lamy. Ambos están envueltos en una atmósfera natural, plasmada con pinceladas rápidas sin atender a muchos detalles. De esta manera se denota una fusión entre lo que representan los enamorados y el contexto que los rodea.
Entre las sombras y las luces de estas pinceladas, se observa una mujer pensativa frente a un joven insistente en expresar sus sentimientos. La atmósfera acompaña esta declaración de amor y le da un toque místico que muchas veces encontramos en los lugares más simples, pero con la compañía ideal.
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En la cama: el beso, de Toulouse-Lautrec
Esta obra del genio del post impresionismo, muestra otro tipo de amor y de relación que convive en la sociedad desde hace mucho tiempo. El cariño por esa persona que nos entiende en un mundo de intercambios con desconocidos.
En el siglo XIX abundan los lugares de prostitución y Lautrec, según historiadores de la época, decidió plasmar el momento en que dos mujeres amigas suyas están bajo las mismas sábanas, encontrando entendimiento mutuo, lejos de las parejas esporádicas de su profesión.
Esta pieza se la encargó en 1892 el propietario del prostíbulo de la rue d’Ambroise para decorar el salón principal. Varias de estas pinturas representan el lesbianismo con un toque erótico y tierno, con una enorme simpatía por las retratadas.
El matrimonio Arnolfini, de Jan van Eyck
Con fecha de 1434, esta pintura muestra al millonario mercader Giovanni Arnolfini y a su esposa Jeanne Cenami en una ostentosa habitación, como un símbolo de su unión amorosa. La obra nos muestra un poco de historia sobre cómo eran las relaciones en esta época.
A través de la increíble técnica de Eyck, que resalta detalles verdaderamente mínimos como el espejo de fondo, se refleja la relación de sumisión de la fémina ante un caballero que trabaja y le brinda grandes lujos.
Algunos detalles como las sandalias cerca de la cama y la cabeza baja de la dama, muestran que las relaciones eran más dependientes. Por lo general, las mujeres se quedaban en el hogar y el caballero buscaba el sustento, a diferencia de ahora en donde las relaciones se han vuelto más independientes y con equilibrio en responsabilidades económicas. Esta obra también representa lo que la mujer quisiera tener como meta, la fertilidad, el embarazo, aunque en la vida real esta pareja jamás pudo tener hijos.
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El abrazo de amor del universo, la Tierra (México), yo, Diego y el señor Xólotl; Frida Khalo
Si queremos pasión y lucha en un solo personaje, tenemos a Frida Khalo. Esta artista mexicana realizó distintos retratos de ella misma y de su amante, Diego Rivera, por muchos años. En esta obra se observa a la artista con un rostro serio, lágrimas en los ojos, el cabello suelto y un vestido rojo. Ella sostiene a un bebé que tiene el rostro de su pareja sin ropa, con un tercer ojo en la frente y que sostiene una llama entre las manos.
Este “abrazo de amor” simboliza la ambivalencia del pensamiento de Frida por su relación fallida con la maternidad y la dependencia con Rivera. Además muestra una conexión con el pensamiento cultural mexicano, de la dualidad entre lo divino y lo terrenal.
Abrazando a la pareja se encuentra la madre tierra azteca “Cituacoatl”, y en la parte frontal aparece el perro de la pareja, el señor Xólotl, que representa al protector de la entrada del Más Allá.
Frida quiso mostrar su particular amor a Diego Rivera, lo que existe en muchas relaciones de buscar a un “protector” o una “madre”, en el caso de los hombres. Los demás símbolos son vinculados a su deseo frustrado de tener hijos y la naturaleza evoca una protección hacia la propia mujer, enlazado con la cultura de lo esotérico en México.
Beso II y Beso V, de Roy Lichtenstein
Roy Lichtenstein realizó diversas piezas artísticas con líneas, colores primarios y puntos Benday, simulando la impresión de alta velocidad. Sus cuadros se asemejan al estilo de la caricatura, aunque revelan intensos mensajes, como lo que parece ser el extracto de un cómic para chicas adolescentes -de hecho lo sacó de una viñeta del popular Girls’ Romances #97, 1963 (DC)- pero es en realidad un acrílico sobre lienzo hecho a mano con pincel, puntito a puntito.
Este artista plástico estaba obsesionado con los retratos de chicas con lágrimas en sus rostros, pero valdría la pena preguntarse en este cuadro si son lágrimas de felicidad o de corazón roto. Lo que si es notable es que está abrazando a un hombre por el que parece sentir algo verdaderamente intenso.
El amor siempre ha traído inspiración para este y otros tipos de arte. Ya sea en forma de alegría o de pena, este sentimiento parece estar siempre envuelto en hermosas formas de representación que pasan a la historia.
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