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No podrás creerte las 10 normas que toda mujer debía seguir para casarse en el siglo XIX

Aunque llevamos décadas luchando por igualdad social, aún no se han logrado del todo. Sin embargo debemos admitir que algunas cosas si han cambiado- para mejor- por eso hoy te queremos mostrar algunas de ellas.

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La igualdad de género y los derechos de la mujer han sufrido vaivenes históricos, avances y retrocesos, en el largo camino hasta llegar a la situación actual, un escenario que para muchos todavía está lejos de ser perfecto. Aunque algunos aspectos siguen sujetos al cambio, podemos decir que el matrimonio sí ha evolucionado con el paso de los años.

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Se dice que el matrimonio “tradicional” ya no existe, y efectivamente es así, pues la unión institucionalizada entre el hombre y la mujer ha cambiado drásticamente desde que fuese documentada por primera vez en la Mesopotamia del año 4.000 A.C. Sin ir tan lejos, hace dos siglos aún existían grandes diferencias que resultan incomprensibles en la actualidad, pero, ¿cómo han evolucionado las tradiciones nupciales para nosotras las mujeres? Viajemos un poco en el tiempo y conoce lo mucho que hemos avanzado en esta materia. ¡Te sorprenderás!

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Foto: Orgullo y prejuicio

1. Conservar el estatus social

Películas y novelas nos han mostrado con bastante éxito el amor y costumbres de la época, y este caso no es la excepción. Con la finalidad de conservar el rango social, hombres y mujeres debían pertenecer al mismo rango social, simplemente para mantener una buena imagen de la familia y generar alianzas favorables entre los amigos de ambas.

Aunque la literatura ha disfrutado entregándonos historias de amores prohibidos, debemos decir que estos no eran muy bien vistos en la época y muchas veces no terminaban siendo aceptadas por las familias de los enamorados. ¿Qué te parece?

2. Aceptar la primera oferta

Esta costumbre era alimentada por la idea de que si no aceptabas la primera oferta, probablemente terminarías soltera de por vida. Muchas debían conformarse con el primer ofrecimiento, según las normas de la época, lo curioso es que desde sus inicios el romanticismo y matrimonio no tenían nada que ver, pues el amor no ha sido nunca un requisito para la firma del contrato entre dos personas. Muy triste, ¿verdad?

Quedarse soltera era una desgracia social que minaba la autoestima de una mujer, porque se la señalaba como fracasada, rara, víctima social o lesbiana. Además, para rematarla, en la sociedad patriarcal las “señoras” tenían más estatus que las mujeres solteras.

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3. Elegir sobre los propios derechos

Vamos recién en el punto tres, y de seguro ya te sientes abrumada porque que los puntos anteriores son inaceptables para una mujer, pero hay más… En aquella época, las mujeres no podían poseer tierras ni tener absoluto control sobre sus posesiones, tanto así que a mediados del siglo XX, las mujeres aún debían pedir permiso de sus maridos para abrir una cuenta bancaria o adquirir un automóvil.

Si bien es cierto, esto tiene que ver con aspectos materiales, pero ¿qué pasaba con nuestros derechos fundamentales? Probablemente esto resulte un poco aberrante, pero en el XIX,  las mujeres debían decidir conservar el derecho de su cuerpo o entregarlo deliberadamente a su marido. Aunque actualmente estamos muy avanzados en este aspecto,  esto sigue siendo un despropósito. ¿Tú que crees?

4. El hombre siempre tenía la última palabra

Pareciera ser que en esta época no teníamos ninguna oportunidad, ya que según dictaban las costumbres, las discusiones debía ganarlas él. Darle la razón al marido era muy bien visto por la sociedad -y por los hombres por supuesto- pues el deber de toda ama de casa era  ganarse la protección y afecto de su marido.

Las mujeres tan solo debían sacrificar sus principios, opiniones y algo de dignidad… algo sin importancia para la sociedad en aquella época.

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5. ¿Edad perfecta para casarse?

Aunque actualmente aplazamos la fecha cada vez más, por diferentes motivos, a mediados del siglo XIX la situación estaba muy lejos de parecerse a la actual. La dote aún era una moneda de cambio habitual, por lo que en muchos casos las mujeres terminaban casándose a penas pudieran concebir hijos, es decir, después de su primera menstruación.

No puedes perderte: ¿Cuál es la mejor edad para casarse? ¡Descúbrelo!

6. No provocar ni verse “muy linda

Aunque la apariencia física era algo importante a la hora de encontrar pareja, especialmente para que el hombre pudiera pasear a su mujer como a un trofeo, las mujeres no podían excederse con una extrema preocupación por su apariencia, ropa o accesorios demasiado vistosos, pues era mal visto por varias razones. Se podía interpretar como que la esposa utilizaba el dinero de su marido a su antojo o como una provocación innecesaria. El caso era que las mujeres nunca se sobrepasaran en ningún sentido de la vida, ni siquiera en sentirse guapas y potenciar su autoestima.

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7. Adiós al maquillaje

No sabemos cómo, pero en aquella época era muy mal visto el uso de maquillaje en las mujeres. Era preferible que estuvieran al natural y sin nada que resaltara sus atributos más de la cuenta. Algunos afirmar que se podía ver como una ofensa hacia el marido, mientras que otros lo vinculaban directo con la brujería, prostitución y malas prácticas.

8. Fingir que todo marcha en orden

La estrategia era así de simple: toda mujer debía acatar bajo la represión más absoluta. Era el marido, quien ostentaba todo el poder de la relación, y el poder de las decisiones en ningún caso era algo compartido. En el escenario de que algo generara disgusto en la esposa, ella debía fingir que todo marchaba en orden.

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9. Curar la histeria

La medicina occidental del siglo XIX se encargó de diagnosticar una enfermedad que incluía un abanico de síntomas como desfallecimiento, insomnio y retención de fluidos, entre otros. Sea como sea,  esto era un asunto no podía tolerarse pues podía asociarse a la insatisfacción del matrimonio, por eso la solución era acudir al médico y encontrar un remedio. En este caso, las pacientes diagnosticadas con histeria femenina debían recibir un tratamiento conocido como “masaje pélvico” para provocar sacarla mediante un orgasmo, ya que -paradójicamente –  el deseo sexual reprimido de las mujeres era considerado una enfermedad.

10. Dejarles salir lo que quieran

Salir y divertirse con los amigos era una actividad reservada solo para los hombres. En este caso, las mujeres debían quedarse en casa sin quejarse ni decir nada al respecto, solo les quedaba rezar y pedir que el esposo no buscara la diversión de una forma indecorosa.

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Por suerte, hoy en día todo es muy diferente y los matrimonios están cada vez más lejos de parecerse a lo anteriormente distinto. Por supuesto, el cambio viene desde nosotras, así que te invitamos a inspirar a la sociedad para construir el mundo en el que todos queremos vivir, uno lleno de igualdad para hombres y mujeres.

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