“Érase una vez” así podría empezar lo que es y será el matrimonio más importante de 2018. Una fábula moderna, que comienza con una mujer divorciada y ex actriz que conoce a un apuesto príncipe, rebelde y apasionado como su madre, la amada dama Diana. Una historia que hoy escribió su capítulo más importante, uno en el que los dos protagonistas, Harry y Meghan, han jurado el amor eterno ante todo el mundo.
En la capilla de San Jorge, adyacente al castillo de Windsor, el ambiente estaba cargado de emoción cuando ha hecho su llegada el príncipe Harry en alto uniforme. Visiblemente nervioso, junto con su hermano y mejor amigo, el El príncipe William. Los dos hijos de Diana tienen un vínculo muy especial que se ha fortalecido después de la muerte de la amada madre a quien, especialmente Harry, estaba particularmente apegado. Es por eso, que en recuerdo de la querida Lay Di, la iglesia estaba decorada con rosas y peonías blancas, las favoritas de su madre.
A las 12 de la mañana, en horario británico, hacía aparición la novia en el Roll Royce Burdeos propiedad de la Reina Isabel II y era recibida por la multitud de 2.500 personas invitadas a asistir a la ceremonia desde los jardines en frente de la capilla. Valiente y orgullosa, la novia recorre la primera parte de la nave sola (debido a la ausencia de su padre), increíblemente radiante con su vestido blanco, color elegido a pesar del divorcio anterior. Un simple vestido con escote en barco y manga francesa, hecho en mikado de seda preciosa por las hábiles manos del la diseñadora Clare Waight Keller, directora creativa de Givenchy, a pesar de que las últimas informaciones apuntaban al diseñador Ralph & Russo. El vestido termina con un arrastre no excesivo y escote Bardot.
El look nupcial es completado por un velo de seda maravilloso con bordado del cordón, sostenido por el cortejo nupcial de los niños que incluía a los pequeños de Guillermo y de Kate, y una joya preciosa: la tiara ‘bandeau’ de diamantes que perteneció a la reina Mary, la abuela de la actual reina. Además, el príncipe Carlos quien acompañó a la hermosa Meghan para la segunda parte de su viaje al altar. Ella lo saluda con una sonrisa y le susurra algo al oído mientras él la sostiene bajo su brazo con la mirada siempre guiada hacia Harry, quien nervioso, la espera en el altar.
“Eres maravillosoa” es el cumplido que resuena en la capilla de San Jorge, cuando Harry levanta el velo descubriendo el rostro de su futura esposa, quien apostó por un maquillaje natural y un peinado recogido. A continuación resuenan las notas de una canción pop: “Stand by me” y la madre de la novia no puede contener las lágrimas. Una canción moderna, popular como en el espíritu de la pareja casada. Para pronunciar el discurso principal en la boda de Meghan y Harry eligieron a Michael Curry, el primer afroamericano elegido presidente de la iglesia episcopal en los Estados Unidos.
Incluso en el momento de los votos, Meghan y Harry quieren reiterar su ser inconformista y rebelde y la novia no jura “obediencia” al novio como el protocolo real impondría, pero sí amarlo y respetarlo como hace él también.
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Después de dar homenaje a la reina, (siempre impecable en su conjunto en color verde y detalles en ultra violeta), cantando el himno nacional británico, Meghan y Harry salen de la capilla seguidos por una procesión compuesta por el príncipe Carlos, su esposa Camila y la mamá de Meghan en primera fila, seguida por William, Kate y sus hijos. En la salida de la iglesia la alegría de la gente estalla y los dos recién casados suben a bordo del carruaje que los llevará en su clásico paseo de saludo a la gente.
Así ha sido esta maravillosa ceremonia que ha tenido a medio mundo pendiente de sus pantallas. ¡Seguiremos atentos a cada detalle que suceda de este gran día para la familia real británica!
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