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Catalina y Guillermo, ¡una pareja fulminante, romántica e implacable!

Unos verdes ojos la observaban cada vez que ella cruzaba el pasillo, hasta que se atrevió a mirarlos y el amor fue instantáneo, intenso y definitivo, llevándolos al altar cuando menos lo esperaban, ¡una imperdible e inspiradora historia de amor!

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Los protagonistas de esta historia de amor se conocieron en un rutinario día de trabajo, Catalina trabajaba en Viña del Mar y Guillermo en Santiago, pero una vez a la semana le tocaba ir con su jefe a la capital a resolver algunos temas. Ella no conocía a nadie en la oficina de Santiago, en el piso había alrededor de 200 personas y ella, cohibida ante tanto desconocido, pasaba por el pasillo pretendiendo no ver ni ser vista, pero cada vez que caminaba por un sector específico, sentía que alguien la miraba mucho y ¡la invadía la vergüenza!

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“Un día me atreví y en un acto un poco curioso y un poco desafiante, miré en dirección al lugar desde donde sentía que me miraban y en efecto, ahí estaban los ojos verdes del Guille, que los abrió más cuando lo sorprendí mirándome tan fijo.” (Cata, 2017)

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Créditos: Jean Paul Dussaubat

Repentinamente, la vergüenza desapareció y no pudo evitar pensar “¡Mish! Qué mino el niño que me mira”. Desde ese día, cada vez que Cata pasaba por ese pasillo, se sonreían y saludaban con una simple mirada coqueta. Un tiempo después, ella se enteró que él era parte de su Gerencia, y se toparon en una actividad laboral que, en realidad, era una fiesta. Catalina vio la inminente oportunidad de saber más de él, y le pidió a una amiga que la ayudara a bailar con él. Bailaron toda la noche y tuvieron tanta química que, en ese preciso momento, Cata supo que él era para ella.

La semana después, Guille le mandó unos emails para mantener el contacto “casual”, pero luego dejó de lado las ambigüedades y directamente le pidió su teléfono, lo que los llevó a tener una semana completa de conversaciones eternas, o lo que ellos llaman “amor telefónico”, donde él le pidió ir a verla a Viña del Mar.

Y así fue oficialmente como agendaron su primera cita que se extendería por un fin de semana entero de conocerse, compartir y empezar a enamorarse. Para el viernes en la noche, ya estaban tan ilusionados el uno con el otro que Cata le pidió que se juntaran en Reñaca en la playa, a dos cuadras de su depto. Él la esperaba con un ramo de flores en una perfecta puesta de sol, se miraron, se abrazaron y se besaron.

“…nos dimos el mejor beso que hemos tenido en la vida, fue un beso que corregía y justificaba todos los besos errados. Ese día supimos que nos íbamos a casar.” (Cata, 2017)

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Créditos: Jean Paul Dussaubat

Al día siguiente, ya como pololos formales, fueron al Café Turri en Valparaíso y desde ese momento nunca más se separaron. Catalina, decidida que era el hombre de su vida, se trasladó a trabajar a Santiago esa misma semana y luego, en menos de un mes, se fueron a vivir juntos. Además, como ya sabían que se iban a casar, a pesar de no haber habido aún petición formal, empezaron desde entonces a planificar su matrimonio en Santiago.

Un fin de semana que volvieron a Viña del Mar, Guille recreó toda su primera cita. Fueron nuevamente al Café Turri y todo ocurrió tal cual la primera vez, excepto que esta vez Guille le pedía más que pololeo, ¡esta vez era matrimonio! Sin dudarlo ni por un instante Catalina aceptó, ambos estaban dichosos.

“La organización fue súper exprés! Eso fue lo más gracioso en verdad, porque no llevábamos nada juntos y ya estábamos pensando en casarnos, así que todo el mundo nos miraba como bichos raros. De hecho, mis papás (Cata) no nos creían ni tomaban en serio con los temas del matri hasta que ya vieron el anillo en el dedo.” (Cata, 2017)

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Créditos: Jean Paul Dussaubat

Los novios se enamoraron de cada detalle, pasatiempo y momento que compartieron, la vida junto al otro se veía más simple y compleja, más hermosa, más romántica, disfrutan de actividades tales como viajar, arrancar de vez en cuando a cualquier parte, tomar el auto y recorrer, y es que viajar los hace muy felices, pues con la aventura rompen la rutina. “En realidad nuestra relación ha sido muy rápida e intensa. En menos de un año nos casamos y demasiado felices. De verdad que fue ¡amor a primera vista!”. (Cata, 2017)

En la búsqueda del lugar ideal para su matrimonio, recorrieron diferentes centros de eventos, buscando algo campestre debido a que la novia es de Rancagua y si bien Guille es de Santiago, una de las cosas que enamoró al novio, fue Rancagua, pues le encanta la atmósfera y cultura. Después de mucho buscar, una amiga de Cata que ha ido a muchos matrimonios, le dio el dato de la banquetera que se había encargado del mejor matrimonio al que ella había asistido. Cata sin pensarlo dos veces llamó a Amelia Lamas Banquetería y fue realmente un acierto, además de ofrecer un servicio de excelente calidad y muy completo, también disponía de lugares preciosos para realizar el evento, entre ellos el centro de eventos de ensueño de los novios, el Ex Convento de las Monjas Ursulinas, en Calera de Tango. Se ocuparía principalmente el patio, por lo que la celebración sería al aire libre, en un parque hermoso, semejando el bosque de un cuento y como fecha, el 7 de enero de 2017, por el número 7117, que sería recordado por siempre.

En cuanto a los partes, fue un regalo de bodas de un amigo de Guille que es diseñador, Felipe Olhabé, quien realizó un trabajo realmente precioso. Los imprimieron en la imprenta del papá de su testigo del matrimonio civil, La Imprenta Italiana.

El matrimonio civil lo realizaron en la casa de los papás de Catalina el 19 de noviembre de 2016. Fue una celebración más íntima y tranquila con alrededor de 40 invitados. El vestido de ese día lo diseñó y confeccionó la misma novia, quien gusta de la moda y que, de hecho, tiene una tienda de ropa llamada Valiente Tienda.

Preparación de los novios

La novia, junto a su mamá, la señora de su suegro, su cuñada, su prima y su mejor amiga, pasaron la mañana peinándose y maquillándose con Catalina Giglio de Estudio Andi Frascaroli. Hicieron prueba de peinado y la profesional muy asertiva con los colores, las dejó a todas bellísimas. A la novia le delineó los ojos e intensificó la mirada, además marcó sus finos labios con un color un tanto más notorio, dándole equilibrio a los tonos. Para el peinado, Catalina eligió un sencillo tocado con flores blancas, el vestido tenía demasiados detalles, por lo que habría sido un error adornar más su pelo.

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Créditos: Jean Paul Dussaubat

Para escoger su vestido, visitó con su mamá y amigas una infinidad de tiendas, y como no tenía muy claro qué era lo que quería, no encontraba nada. Sabía que quería algo súper especial, y lo halló en un diseño de María Luisa Vega, el cual arregló y modificó con una diseñadora muy talentosa que Catalina había conocido en un Exponovios, Paula Díaz.

“La vi y me encantó su confección, a medida, perfeccionista, preocupada de la calidad de materiales y de su trabajo. Y ella fue la que terminó por darme el vestido de mis sueños, ¡fue una verdadera hada madrina!”. (Cata, 2017)

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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat

Hecho de seda con espalda descubierta y transparencias, era un diseño único y a la medida de la novia, bordado con piedras e hilos de plata. Cuando llegó la hora de venderlo, después de haberse casado con semejante maravilla, de Tintorería Le Blanc fueron a buscar el vestido a su misma oficina, lo lavaron y lo vendieron, un servicio impecable.

Sus zapatos los compró por Internet, buscaba que fueran muy altos, livianos y con taco y plataforma, encontrando unos de 14 cms que se ajustaban exactamente a sus necesidades. Todo su atuendo combinaba perfectamente, incluido su ramo de flores en colores pastel que le había hecho su mejor amiga, sus aros de perla y diamante de su mamá, su anillo favorito de Swarovski, su anillo de compromiso que Guille había diseñado especialmente para ella (un infinito de tres corridas de diamantes) y las argollas de matrimonio, las dos últimas de Verónica Hecht.

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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat

El novio, por su parte, se vistió con un traje gris Trial, le gustó la combinación de colores y la tela que era un poco más delgada para el verano. Usó una humita azul con diseño, unas colleras plateadas que Cata le había regalado y escogió sus zapatos en Florsheim.

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Créditos: Jean Paul Dussaubat

Ceremonia

Camino al centro de eventos, ya maquillada y peinada iba Catalina manejando junto a su mamá y sus dos damas de honor: su cuñada y la señora de su suegro. Allí la esperaba Guillermo, ya que ambos se vestirían en el mismo recinto de la fiesta. En el camino, Cata recibió una llamada de Guille en el altavoz, al contestar escuchó su voz diciendo “mi amor, no nos podemos casar”. Ninguna de las cuatro que iba en el auto podía creer lo que estaban escuchando, habían estado todo el día arreglándose, su cuñada que es brasilera colapsó y la señora de su suegro, que es en términos prácticos su suegra, ya que en los dos matrimonios se portó excelente, trataba de calmar a su cuñada. A la mamá de la novia le dio un ataque de nervios y Catalina, respirando profundo, le dijo “Amor, ¿por qué no nos podemos casar?”, Guille le cuenta que cuando llegó él con el sacerdote a la iglesia, el Padre preguntó por las hostias, y la encargada de la iglesia les dijo que tendría que haberlas traído él y que sin hostias no podría haber misa ni matrimonio. Todo fue muy confuso, los novios habían pagado por la iglesia y suponían que incluía lo básico, o sea, las hostias.

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Créditos: Jean Paul Dussaubat

Catalina le dijo que hablara con la encargada para conseguirlas en otra iglesia de la diócesis, y así, Guille, su papá y la encargada subieron al auto y a toda velocidad, se dirigieron a otra capilla donde encontraron lo que buscaban. Mientras tanto, la novia en el recinto planchó su vestido y se lo puso, llegó su papá y se fueron a la iglesia. Cuando iban llegando, ¡se dio cuenta que se le había quedado el ramo de novia! Tuvieron que devolverse, mientras se lamentaban por los invitados que habían tenido que esperar por los problemas de las hostias y el ramo, más el calor que no ayudaba a nadie.

Finalmente, la novia hizo entrada a la Capilla Santa Filomena, pequeña, linda y acogedora. Su padre la encaminó hasta el altar, donde Guille con sus ojos expectantes la esperaba y le sonreía. La capilla había sido hermosamente decorada por la mejor amiga de Catalina, la misma que había hecho el ramo, se había quedado hasta las 2 a.m. para que ese día se viera resplandeciente.

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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat

Rosita, una amiga del colegio de Cata, canta en un coro para matris, lamentablemente ese día no podía cantar en el suyo, así es que tuvieron que pedir otro coro, pero Rosita asistió a la boda y así, de repente, se puso a cantar. Cuando la novia escuchó su voz, la embargó un sentimiento abrumador y hermoso que la hizo llorar en el mismo altar, no solo su voz es particularmente preciosa, la sorpresa y regalo que eso suponía fue motivo suficiente para emocionarse.

También les pidieron a algunos amigos que leyeran algo bonito en la oración universal y eso estuvo también muy emotivo. Fue una ceremonia linda, de hecho, los novios comentaron todo mientras estaba pasando y, por esa razón, el papá de Catalina los retó ¡porque estaban conversando todo el rato! Pero como dice la novia “…es parte de la complicidad que nos tenemos.”

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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat

A la salida, las miradas de los novios se entrecruzaban transmitiendo la alegría y felicidad que sentían, el novio no aguantó más y se detuvo a la mitad del pasillo a besarla, ¡era una cuento de hadas hecho realidad! Catalina y Guillermo estaban casados y profundamente enamorados.

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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat

La sesión de fotos la llevaron a cabo en las inmediaciones del Ex Convento Las Ursulinas, un escenario perfecto para inmortalizar el amor, entrega y romance de los recién casados. El profesional Jean Paul Dussaubat plasmó con sutileza y carisma el sentir de los novios, su espíritu romántico y aventurero, en un paisaje de colores vivos e intensos. “…fue Jean Paul Dussaubat quien captó perfecto todos los momentos lindos del matri”. (Cata, 2017)

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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat

Celebración

Amelia Lamas Banquetería se encargó de todos los detalles para una velada inolvidable, desde la perfecta planificación, hasta la decoración, luces, DJ, pista de baile, sonido y el mejor banquete. Los invitados esperaban ansiosos a los novios, estaban disfrutando de ese entorno privilegiado de naturaleza y pronto estarían comiendo, bromeando y riendo bajo las estrellas.

Especialmente para los invitados, los novios con ayuda de su familia, hicieron un gigantesco collage en el jardín donde pusieron fotos de los invitados, todos y cada uno de los asistentes estaba ahí y les encantó. Además, les hicieron unas tarjetas personalizadas a cada invitado, agradeciéndoles y explicándoles por qué estaban ahí celebrando y compartiendo en ese día tan especial y único.

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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat

La cena se hizo entre los árboles, incluyendo un cordero al palo, muy lindo y campestre. Ahí mismo, los novios realizaron el brindis, mientras los invitados descubrían las tarjetas que Cata y Guille habían hecho para cada mesa, donde los invitaban a pasarlo bien y les proponían el desafío de sacarse una selfie con los novios y etiquetarlas con el #borzacchinivaliente. En la mesa de los novios, Cata hizo unos carteles con los nombres de todos los que se sentaban ahí y los de ellos decían “Sr. Borzacchini y Sra. Borzacchini”.

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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat
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Créditos: Jean Paul Dussaubat

El vals fue súper romántico, bailaron solo los dos El Vals del Beso, pero en la mitad se cortó y los novios se pusieron a bailar Gyal you a party animal de Charly Black. Y así, con energía y una performance inigualable, ¡daban por empezada la fiesta!

Luego llegó el momento de tirar el ramo, de celebrar con el colorido cotillón de Encotillados, empresa que cuenta con muchas alternativas, muy buenos precios y una excelente atención. Y, finalmente, el instante en que Guille le saca la liga a su ya esposa ¡memorable! No le fue nada difícil lograr el objetivo, para luego rematar con el lanzamiento del whisky.

Por último, dispusieron de una cabina fotográfica de Hellofoto para no olvidar nunca el matrimonio de Cata y Guille, colmado de alegrías, buena onda y mucho amor.

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Créditos: Jean Paul Dussaubat

En aquella vida que ambos construyen, donde abundan los viajes y los escapes momentáneos, donde todo es posible cuando se trata de perseguir sus sueños, ya se han cambiado de casa dos veces en el año 2016, la última para tener a su perrita Mona en Rancagua, luego se fueron en abril de 2017 de luna de miel a recorrer Europa terminando en Italia. Como Guille tiene ascendencia italiana y su bisabuelo era corredor de la fórmula 1, todos los años hacen una carrera en su honor y los novios decidieron hacer coincidir su viaje romántico con la celebración familiar que reuniría a todos los del clan, ¡esta vez con integrante nueva!

“Cuando tú sientes que es la persona, vale la pena hacer locuras.” (Catalina, 2017)

¡Muchas felicidades por su matrimonio, y gracias por compartir tan romántica e inspiradora historia de amor, esperamos que hayan tenido una bellísima luna de miel!

Banquetera: Amelia Lamas Banquetería | Maquillaje y Peinado: Catalina Giglio de Estudio Andi Frascaroli | Vestido de novia: María Luisa Vega Novias | Arreglos vestido de novia: Paula Díaz | Lavado y venta del vestido:  Tintorería Le Blanc | Anillo de compromiso y Argollas de matrimonio: Verónica Hecht | Traje del novio: Trial | Zapatos del novio: Florsheim | Fotografía: Jean Paul Dussaubat | Cotillón: Encotillados | Cabina fotográfica: Hellofoto |

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